
CUAUHTÉMOC EN SU 82º ANIVERSARIO.
Cada 28 de febrero se conmemora un aniversario luctuoso más del último gran emperador azteca Cuauhtémoc.
Tanto su nacimiento como su deceso siguen siendo fuente de especulaciones entre los cronistas e historiadores. Unos atribuyen su arribo a este mundo en 1495, otros en 1502, aunque la fecha más cercana, según el Códice Mendocino (uno de los documentos más antiguos) sea en 1496, año indígena llamado 4 Técpatl.
Unos mencionan que fue ahorcado por los esbirros de Hernán Cortés en el divino árbol de los mayas llamado Ceiba; otros dicen que, antes de colgarlo de los tobillos en el mismo árbol, fue decapitado.
Independientemente de su origen y de su inmerecido deceso, todos coinciden en señalar a Cuauhtémoc como símbolo de la grandeza, no solamente de la sangre mexicana, sino del hombre universal, ante la adversidad. El conocimiento de la existencia de nuestro héroe indígena ha trascendido ya las fronteras y se han escrito bastantes libros sobre su vida y su huella sobre la historia.
Este heroico emperador realizó la defensa de México Tenochtitlan contra los conquistadores españoles, pero no eran éstos sus únicos enemigos, desde su nacimiento, lo acompañaron las adversidades y los malos presagios:
1.- Nace en el año 4 Técpatl del calendario azteca -1496-, hubo un eclipse solar, pronóstico funesto, según las supersticiones indígenas, ya que durante uno de estos eclipses esperaban el apocalipsis del quinto sol, que acabaría con la tierra, sucumbiendo por terremotos, como antes había acabado por inundaciones en el primer sol; huracanes, en el segundo; lluvias en el tercero; y, fuego en el cuarto.
2.- Su padre, Ahuizótl, había muerto por enfermedad a causa de un fuerte golpe en la cabeza, en 1502, del que quedó convaleciente y nunca se recuperó.
3.- Su pueblo tenía muy presente otro augurio: en el año I Tochtli (1298) hubo una sequía que causó una de las más espantosas hambrunas en la meseta mexicana.
4.- La leyenda de Quetzalcóatl, serpiente engarzada en plumas de quetzal.
5.- La alianza de los tlaxcaltecas con los españoles, factor decisivo también que daría, finalmente, la victoria a los españoles.
6.- La cobardía y actitud pusilánime del emperador Moctezuma II, quien no pudo ni supo frenar a tiempo el avance de Cortés y de sus tropas, creyendo que en realidad eran “teules”, o sea, dioses.
7.- La confusión reinante entre los mismos aztecas sobre si aquellos seres eran o no dioses.
8.- La trágica y súbita muerte de Cuitláhuac, debido al huetzáhuatl (viruela negra).
9.- Debido a la presión que ejercían los invasores en las cercanías de Tenochtitlan, se efectuó el prematuro nombramiento de Cuauhtémoc como “Undécimo señor de México” en el funesto periodo de los días llamados “Nemoteni”. El calendario azteca constaba de 18 meses lunares de 20 días cada uno y quedaban solamente cinco días que eran considerados como de mal agüero y en los cuales no se hacía nada en todo el imperio.
10.- 86 caballos, 118 ballesteros, 700 peones de espada, 3 cañones grandes, 15 tiros pequeños de cañón, 10 quintales de pólvora, algunos veleros y 50 mil hombres sitiaron la ciudad de México-Tenochtitlan por más de tres meses para que pudiera doblarse, finalmente, el caudillo y sus súbditos aztecas.
Recogemos del mismo Códice de Mendocino las propias palabras del vencido, mismas que han pasado a ser gloriosas y universales por la grandeza del espíritu de quien las pronunció:
-Señor Malinche, ya he hecho lo que estoy obligado en defensa de mi ciudad y no puedo más, y, pues, vengo por fuerza y preso ante tu presencia y poder, toma ese puñal que tienes en el cinto y mátame luego con él.
LA LEYENDA DE QUETZALCOATL.
El nombre real de este personaje, de acuerdo a su día de nacimiento fue el de Ce Ácatl o Uno Caña, (947 d. C) pero también solía conocerse como Topiltzin y Tlamacazqui, que traducidos del náhuatl significan El Príncipe y El Sacerdote.
Un hombre blanco y barbado que enseñó a los toltecas el primor de los oficios, el arte de los metales, la cerámica, el rico engarce de las piedras, así como la factura de los mosaicos de las plumas preciosas. Sólo oraba con ayunos y mortificaciones a los dioses, sin consentir en modo alguno, los “sacrificios humanos”, porque amaba mucho a sus vasallos. Las únicas ofrendas válidas consistían en culebras, mariposas y aves, a las cuales sacrificaba.
Esta actitud fue la que provocó el odio de los sangrientos dioses, quienes procuraron escarmentarlo y tentarlo hasta hacerlo sucumbir.
Primero lo aterrorizaron dejándolo ver la decrepitud de su propio rostro en un espejo; luego atacando su vanidad, engalanándolo con adornos de plumas, máscaras de serpiente en mosaico de piedras preciosas, haciéndolo abandonar su enclaustramiento; y, por último, fue embriagado por el dios Tezcatlipoca, perdiendo así su dignidad, su castidad en el incesto y su reputación, su vida de ayuno y de sobriedad.
Avergonzado, Quetzalcóatl huyó abandonando Tula y en un lugar identificado como Tilán Tlapallan Tlatlayam, es decir, “lugar rojo y negro y en combustión”, según afirman algunos, Tabasco, se suicidó, arrojándose a una hoguera, jurando que regresaría y que su espíritu victorioso terminaría con los señores indígenas.
El imperio azteca, al extender sus dominios, al mando de Moctezuma Ilhuicamina (1440-1469), hasta más allá de Tula, recogió esta leyenda que pasó a ser parte fundamental de la tradición náhuatl.
Por eso cuando Cortés desembarcó en Veracruz, el año de 1519, es decir, el año Ce Ácatl, o sea, Uno Caña del calendario indígena, los nativos no pusieron en tela de juicio que se trataba de Quetzalcóatl quien regresaba para vengarse.
EL SIGNIFICADO DEL NOMBRE DE CUAUHTÉMOC.
La mayoría de las personas a las que se les pregunta por el significado del nombre de Cuauhtémoc, hará caso, al responder, a las enseñanzas que ha tenido en la educación primaria y en la secundaria, que Cuauhtémoc significa “Águila que cae”. Uno puede verlo inscrito y con mayúsculas en una frase biográfica en la placa que yace casi a los pies del recio monumento de bronce erigido en su honor en la glorieta de la ciudad que lleva su mismo nombre:
CUAUHTÉMOC 1502-1525 ÁGUILA QUE CAE. ÚLTIMO EMPERADOR AZTECA. CON HEROICA VALENTÍA HIZO LA DEFENSA DE TENOCHTITLAN, MÁS QUE SU PRESENCIA HISTÓRICA, VALE LA NOBLEZA DE SU ESPÍRITU.
Cuauhtémoc, en náhuatl significa “Águila que desciende” y proviene de los vocablos cuauhtli-águila y temoc-que desciende, que baja, aludiendo así, al sol en el lapso en que declina del cenit al poniente, una clara alegoría al dios sol que desciende hasta los hombres, y no como todos creemos, “Águila que cae”.
Descender o bajar son verbos que implican la voluntad del sujeto en la realización precisa de ese acto. En cambio, caer implica que el sujeto es influenciado por una fuerza ajena a él, que lo obliga, lo hace, en contra de su voluntad, desplomarse. Es, incluso, muy dudoso, que la connotación del verbo “caer” existiera entre los aztecas para marcar un descenso forzoso del más grande símbolo de grandeza que era el vuelo del águila. Dicho verbo es más bien de una connotación occidental y por lo tanto, no precolombina. Nunca muestra el águila su mayor esplendor como cuando desciende en picada, porque ha localizado a su presa y va en pos de ella con ese máximo grado de infalibilidad que le caracteriza.
Entre los aztecas, el águila era un animal totémico, una de las dos bases (la otra era el tigre, el jaguar, llamado también ocelótl) dentro de la religiosidad y la casta guerrera de la cultura náhuatl. No en balde al lado de los sacerdotes y de los poetas –estos últimos yoltéotl o corazones endiosados- el lugar igualmente preponderante era el de los guerreros. El caballero águila, el caballero tigre, eran los máximos rangos de honor al que podían aspirar los guerreros de la civilización azteca, conocidos también como los guerreros del sol o guerreros luminosos. A los guerreros que sobresalían y que ya estaban inmersos en estos rangos, se tomó costumbre de llamarlos cuauhtlocélotl, es decir, águila-jaguar, imagen que refleja claramente la ideología del estado teocrático militarista náhuatl.
Gracias a este estrato ideológico se consiguió la expansión territorial, pues la recompensa para los aztecas muertos en combate era la de llegar a convertirse en colibríes que se nutrían del néctar de las flores solares, no en balde quedó escrito este poema que los hermana y los hace concurrir a una cita con los ojos del lector de nuestro tiempo:
El campo de batalla es el lugar:
donde se brinda en la guerra el divino licor,
donde se matizan las divinas águilas,
donde rugen de rabia los tigres,
donde llueven las variadas piedras preciosas de los joyeles,
donde ondulan los ricos colgajos de plumas finas,
donde se quiebran y hacen añicos los príncipes.
DE CÓMO CIUDAD CUAUHTÉMOC LLEGÓ A LLAMARSE ASÍ.
En un documento facsimilar que rescata Pedro Castro Martínez en su libro Ciudad Cuauhtémoc Chihuahua, crónica de su fundación, y fechado el 26 de septiembre de 1926, se nos dan a conocer las razones por las cuales el antiguo nombre de San Antonio de Arenales debía ser cambiado por el de Cuauhtémoc:
AL HONORABLE CONGRESO DEL ESTADO
CHIHUAHUA, CHIH.
Los suscritos vecinos despueblo de San Antonio de los Arenales, Dto Benito Juárez, Edo de Chih., ante Ud., con el debido respeto, y por conducto de nuestro digno representante, el C. Don Belisario Chávez, nos permitimos dirigirnos por medio del presente escrito, suplicándoles que en méritos de justicia, se sirvan decretar que este pueblo sea elevado a la categoría de Municipalidad, adhiriéndonos así al C. Presidente Municipal de este pueblo y demás firmantes que en escritos con anterioridad han enviado a ese Honorable Cuerpo Legislativo.
Al mismo tiempo que se decrete la elevación de categoría, queremos que le sea cambiado el nombre que hasta hoy ha llevado este pueblo por el patriótico, y por mil razones oportuno “Cuauhtémoc”.
La formación de este pueblo se ha hecho en medio de muy grandes dificultades, por la oposición que hicieron los latifundistas, propietarios del terreno donde está ubicado, y sólo por la entereza que desplegó nuestro hoy representante, el mencionado Diputado Chávez, a quien se le debe la creación y desarrollo de esta región, logró el que se encuentre en las condiciones en que se encuentra, floreciente y progresando a ojos vistas.
Como fue el primer lugar de esta parte del Estado cuyos vecinos se enfrentaron a la reacción, solicitando tierras para la formación del pueblo, los propietarios se defendieron en todos los terrenos, y nuestro triunfo, al conseguir dichos terrenos, nos ha costado mucho trabajo.
El nombre que lleva actualmente no está en lo absoluto de acuerdo con el espíritu que en el momento presente, anima a los liberales, entre los que nosotros militamos ardientemente. Queremos perpetuar en nuestro pueblo la memoria de uno de los más grandes hombres de nuestra Patria, y que se haya distinguido, como nuestro héroe indiano, por sus dignísimas y merecidas virtudes patrióticas, con intención de que al heredar a nuestros hijos estas tierras que con tantos esfuerzos y sacrificios hemos obtenido, el solo nombre del pueblo les recuerde que el espíritu y ejemplo de aquel héroe nos animó para conservar efectivamente esta tierra que con su noble sacrificio nos enseñara a defender.
Tenemos conocimiento de que en el Estado de Chihuahua existen además, veintidós lugares poblados que llevan el nombre de San Antonio; y ya Uds., comprenderán, los frecuentes casos en que la correspondencia se desvía, y los trastornos que con este motivo se originan.
Así pues, confiados en el patriotismo y en el conocimiento que tenemos de sus ideas liberales, pedimos a Uds., muy atenta y respetuosamente que, al considerar y decretar el cambio del anticuado y vulgarizado nombre de San Antonio, cambiándolo por el sonoro, rebelde y viril nombre de “CUAUHTÉMOC”.
Reiteramos a Uds., las seguridades de nuestra más distinguida consideración.
SUFRAGIO EFECTIVO NO REELECCIÓN
Acompañan al documento más de doscientas firmas. Entre las que se destacan algunos expresidentes seccionales y el de turno, Ysidoro Antillón. También firman el documento exrevolucionarios como Belisario Ruiz, quien nació en la Hacienda de Rubio y en 1910 se incorporó al levantamiento armado de don Francisco I. Madero, bajo las órdenes del mayor Francisco Villa. Más tarde, Belisario Ruiz sería seleccionado por el Centauro del Norte para que formara parte de su famosa escolta de dorados, dentro de la cual llegó a comandar un escuadrón, mereciéndose la estimación de su jefe y amigo.
Ese mismo año, 1926, el censo poblacional había dado como resultado un total de 4, 600 personas registradas dentro del padrón de la sección municipal de San Antonio de Arenales, aunados a esta cifra los más de 6, 000 menonitas, quienes productivamente estaban convirtiendo la región en el llamado “granero del estado”, por lo tanto, la legislatura del gobierno estatal, bajo la égida de Fernando Orozco E, y conformada por los diputados José P. Tapia, propietario, y G. Monge y Genaro Martínez, suplentes, deciden elevar a categoría de municipio libre a San Antonio de Arenales.
El decreto firmado el 12 de julio de 1927, y puesto en práctica el 16 de julio de ese mismo año, tiene tres artículos principales: El primero, es la separación de la región de La Laguna, contemplando ranchos, pueblos, haciendas y colonias, con cabecera en San Antonio de Arenales, de su cabecera municipal que era Cusihuiriachi; en el segundo, se define a este conjunto lagunero y su cabecera respectiva con el nombre de Cuauhtémoc; y tercero, se citan todas las comunidades que formarán el nuevo ayuntamiento.
Pedro Baray se convertirá en el primer presidente municipal en la historia de Cuauhtémoc, lo acompañan como regidores: Romualdo A Sánchez, Juan N. Chávez y Gregorio Chacón. Así, el 16 de julio de 1927, muere el pueblo de San Antonio de Arenales y nace la joven ciudad Cuauhtémoc. Una ciudad que cumple 82 años y cuyos rasgos singulares la sitúan como una ciudad moderna, distinta, librepensadora. Uno de esos rasgos, es el hecho de que la iglesia no se encuentre en el perímetro donde se sitúa la plaza y el palacio de gobierno, como así ocurre en las ciudades antiguas, fundadas por los españoles.
Cada 28 de febrero se conmemora un aniversario luctuoso más del último gran emperador azteca Cuauhtémoc.
Tanto su nacimiento como su deceso siguen siendo fuente de especulaciones entre los cronistas e historiadores. Unos atribuyen su arribo a este mundo en 1495, otros en 1502, aunque la fecha más cercana, según el Códice Mendocino (uno de los documentos más antiguos) sea en 1496, año indígena llamado 4 Técpatl.
Unos mencionan que fue ahorcado por los esbirros de Hernán Cortés en el divino árbol de los mayas llamado Ceiba; otros dicen que, antes de colgarlo de los tobillos en el mismo árbol, fue decapitado.
Independientemente de su origen y de su inmerecido deceso, todos coinciden en señalar a Cuauhtémoc como símbolo de la grandeza, no solamente de la sangre mexicana, sino del hombre universal, ante la adversidad. El conocimiento de la existencia de nuestro héroe indígena ha trascendido ya las fronteras y se han escrito bastantes libros sobre su vida y su huella sobre la historia.
Este heroico emperador realizó la defensa de México Tenochtitlan contra los conquistadores españoles, pero no eran éstos sus únicos enemigos, desde su nacimiento, lo acompañaron las adversidades y los malos presagios:
1.- Nace en el año 4 Técpatl del calendario azteca -1496-, hubo un eclipse solar, pronóstico funesto, según las supersticiones indígenas, ya que durante uno de estos eclipses esperaban el apocalipsis del quinto sol, que acabaría con la tierra, sucumbiendo por terremotos, como antes había acabado por inundaciones en el primer sol; huracanes, en el segundo; lluvias en el tercero; y, fuego en el cuarto.
2.- Su padre, Ahuizótl, había muerto por enfermedad a causa de un fuerte golpe en la cabeza, en 1502, del que quedó convaleciente y nunca se recuperó.
3.- Su pueblo tenía muy presente otro augurio: en el año I Tochtli (1298) hubo una sequía que causó una de las más espantosas hambrunas en la meseta mexicana.
4.- La leyenda de Quetzalcóatl, serpiente engarzada en plumas de quetzal.
5.- La alianza de los tlaxcaltecas con los españoles, factor decisivo también que daría, finalmente, la victoria a los españoles.
6.- La cobardía y actitud pusilánime del emperador Moctezuma II, quien no pudo ni supo frenar a tiempo el avance de Cortés y de sus tropas, creyendo que en realidad eran “teules”, o sea, dioses.
7.- La confusión reinante entre los mismos aztecas sobre si aquellos seres eran o no dioses.
8.- La trágica y súbita muerte de Cuitláhuac, debido al huetzáhuatl (viruela negra).
9.- Debido a la presión que ejercían los invasores en las cercanías de Tenochtitlan, se efectuó el prematuro nombramiento de Cuauhtémoc como “Undécimo señor de México” en el funesto periodo de los días llamados “Nemoteni”. El calendario azteca constaba de 18 meses lunares de 20 días cada uno y quedaban solamente cinco días que eran considerados como de mal agüero y en los cuales no se hacía nada en todo el imperio.
10.- 86 caballos, 118 ballesteros, 700 peones de espada, 3 cañones grandes, 15 tiros pequeños de cañón, 10 quintales de pólvora, algunos veleros y 50 mil hombres sitiaron la ciudad de México-Tenochtitlan por más de tres meses para que pudiera doblarse, finalmente, el caudillo y sus súbditos aztecas.
Recogemos del mismo Códice de Mendocino las propias palabras del vencido, mismas que han pasado a ser gloriosas y universales por la grandeza del espíritu de quien las pronunció:
-Señor Malinche, ya he hecho lo que estoy obligado en defensa de mi ciudad y no puedo más, y, pues, vengo por fuerza y preso ante tu presencia y poder, toma ese puñal que tienes en el cinto y mátame luego con él.
LA LEYENDA DE QUETZALCOATL.
El nombre real de este personaje, de acuerdo a su día de nacimiento fue el de Ce Ácatl o Uno Caña, (947 d. C) pero también solía conocerse como Topiltzin y Tlamacazqui, que traducidos del náhuatl significan El Príncipe y El Sacerdote.
Un hombre blanco y barbado que enseñó a los toltecas el primor de los oficios, el arte de los metales, la cerámica, el rico engarce de las piedras, así como la factura de los mosaicos de las plumas preciosas. Sólo oraba con ayunos y mortificaciones a los dioses, sin consentir en modo alguno, los “sacrificios humanos”, porque amaba mucho a sus vasallos. Las únicas ofrendas válidas consistían en culebras, mariposas y aves, a las cuales sacrificaba.
Esta actitud fue la que provocó el odio de los sangrientos dioses, quienes procuraron escarmentarlo y tentarlo hasta hacerlo sucumbir.
Primero lo aterrorizaron dejándolo ver la decrepitud de su propio rostro en un espejo; luego atacando su vanidad, engalanándolo con adornos de plumas, máscaras de serpiente en mosaico de piedras preciosas, haciéndolo abandonar su enclaustramiento; y, por último, fue embriagado por el dios Tezcatlipoca, perdiendo así su dignidad, su castidad en el incesto y su reputación, su vida de ayuno y de sobriedad.
Avergonzado, Quetzalcóatl huyó abandonando Tula y en un lugar identificado como Tilán Tlapallan Tlatlayam, es decir, “lugar rojo y negro y en combustión”, según afirman algunos, Tabasco, se suicidó, arrojándose a una hoguera, jurando que regresaría y que su espíritu victorioso terminaría con los señores indígenas.
El imperio azteca, al extender sus dominios, al mando de Moctezuma Ilhuicamina (1440-1469), hasta más allá de Tula, recogió esta leyenda que pasó a ser parte fundamental de la tradición náhuatl.
Por eso cuando Cortés desembarcó en Veracruz, el año de 1519, es decir, el año Ce Ácatl, o sea, Uno Caña del calendario indígena, los nativos no pusieron en tela de juicio que se trataba de Quetzalcóatl quien regresaba para vengarse.
EL SIGNIFICADO DEL NOMBRE DE CUAUHTÉMOC.
La mayoría de las personas a las que se les pregunta por el significado del nombre de Cuauhtémoc, hará caso, al responder, a las enseñanzas que ha tenido en la educación primaria y en la secundaria, que Cuauhtémoc significa “Águila que cae”. Uno puede verlo inscrito y con mayúsculas en una frase biográfica en la placa que yace casi a los pies del recio monumento de bronce erigido en su honor en la glorieta de la ciudad que lleva su mismo nombre:
CUAUHTÉMOC 1502-1525 ÁGUILA QUE CAE. ÚLTIMO EMPERADOR AZTECA. CON HEROICA VALENTÍA HIZO LA DEFENSA DE TENOCHTITLAN, MÁS QUE SU PRESENCIA HISTÓRICA, VALE LA NOBLEZA DE SU ESPÍRITU.
Cuauhtémoc, en náhuatl significa “Águila que desciende” y proviene de los vocablos cuauhtli-águila y temoc-que desciende, que baja, aludiendo así, al sol en el lapso en que declina del cenit al poniente, una clara alegoría al dios sol que desciende hasta los hombres, y no como todos creemos, “Águila que cae”.
Descender o bajar son verbos que implican la voluntad del sujeto en la realización precisa de ese acto. En cambio, caer implica que el sujeto es influenciado por una fuerza ajena a él, que lo obliga, lo hace, en contra de su voluntad, desplomarse. Es, incluso, muy dudoso, que la connotación del verbo “caer” existiera entre los aztecas para marcar un descenso forzoso del más grande símbolo de grandeza que era el vuelo del águila. Dicho verbo es más bien de una connotación occidental y por lo tanto, no precolombina. Nunca muestra el águila su mayor esplendor como cuando desciende en picada, porque ha localizado a su presa y va en pos de ella con ese máximo grado de infalibilidad que le caracteriza.
Entre los aztecas, el águila era un animal totémico, una de las dos bases (la otra era el tigre, el jaguar, llamado también ocelótl) dentro de la religiosidad y la casta guerrera de la cultura náhuatl. No en balde al lado de los sacerdotes y de los poetas –estos últimos yoltéotl o corazones endiosados- el lugar igualmente preponderante era el de los guerreros. El caballero águila, el caballero tigre, eran los máximos rangos de honor al que podían aspirar los guerreros de la civilización azteca, conocidos también como los guerreros del sol o guerreros luminosos. A los guerreros que sobresalían y que ya estaban inmersos en estos rangos, se tomó costumbre de llamarlos cuauhtlocélotl, es decir, águila-jaguar, imagen que refleja claramente la ideología del estado teocrático militarista náhuatl.
Gracias a este estrato ideológico se consiguió la expansión territorial, pues la recompensa para los aztecas muertos en combate era la de llegar a convertirse en colibríes que se nutrían del néctar de las flores solares, no en balde quedó escrito este poema que los hermana y los hace concurrir a una cita con los ojos del lector de nuestro tiempo:
El campo de batalla es el lugar:
donde se brinda en la guerra el divino licor,
donde se matizan las divinas águilas,
donde rugen de rabia los tigres,
donde llueven las variadas piedras preciosas de los joyeles,
donde ondulan los ricos colgajos de plumas finas,
donde se quiebran y hacen añicos los príncipes.
DE CÓMO CIUDAD CUAUHTÉMOC LLEGÓ A LLAMARSE ASÍ.
En un documento facsimilar que rescata Pedro Castro Martínez en su libro Ciudad Cuauhtémoc Chihuahua, crónica de su fundación, y fechado el 26 de septiembre de 1926, se nos dan a conocer las razones por las cuales el antiguo nombre de San Antonio de Arenales debía ser cambiado por el de Cuauhtémoc:
AL HONORABLE CONGRESO DEL ESTADO
CHIHUAHUA, CHIH.
Los suscritos vecinos despueblo de San Antonio de los Arenales, Dto Benito Juárez, Edo de Chih., ante Ud., con el debido respeto, y por conducto de nuestro digno representante, el C. Don Belisario Chávez, nos permitimos dirigirnos por medio del presente escrito, suplicándoles que en méritos de justicia, se sirvan decretar que este pueblo sea elevado a la categoría de Municipalidad, adhiriéndonos así al C. Presidente Municipal de este pueblo y demás firmantes que en escritos con anterioridad han enviado a ese Honorable Cuerpo Legislativo.
Al mismo tiempo que se decrete la elevación de categoría, queremos que le sea cambiado el nombre que hasta hoy ha llevado este pueblo por el patriótico, y por mil razones oportuno “Cuauhtémoc”.
La formación de este pueblo se ha hecho en medio de muy grandes dificultades, por la oposición que hicieron los latifundistas, propietarios del terreno donde está ubicado, y sólo por la entereza que desplegó nuestro hoy representante, el mencionado Diputado Chávez, a quien se le debe la creación y desarrollo de esta región, logró el que se encuentre en las condiciones en que se encuentra, floreciente y progresando a ojos vistas.
Como fue el primer lugar de esta parte del Estado cuyos vecinos se enfrentaron a la reacción, solicitando tierras para la formación del pueblo, los propietarios se defendieron en todos los terrenos, y nuestro triunfo, al conseguir dichos terrenos, nos ha costado mucho trabajo.
El nombre que lleva actualmente no está en lo absoluto de acuerdo con el espíritu que en el momento presente, anima a los liberales, entre los que nosotros militamos ardientemente. Queremos perpetuar en nuestro pueblo la memoria de uno de los más grandes hombres de nuestra Patria, y que se haya distinguido, como nuestro héroe indiano, por sus dignísimas y merecidas virtudes patrióticas, con intención de que al heredar a nuestros hijos estas tierras que con tantos esfuerzos y sacrificios hemos obtenido, el solo nombre del pueblo les recuerde que el espíritu y ejemplo de aquel héroe nos animó para conservar efectivamente esta tierra que con su noble sacrificio nos enseñara a defender.
Tenemos conocimiento de que en el Estado de Chihuahua existen además, veintidós lugares poblados que llevan el nombre de San Antonio; y ya Uds., comprenderán, los frecuentes casos en que la correspondencia se desvía, y los trastornos que con este motivo se originan.
Así pues, confiados en el patriotismo y en el conocimiento que tenemos de sus ideas liberales, pedimos a Uds., muy atenta y respetuosamente que, al considerar y decretar el cambio del anticuado y vulgarizado nombre de San Antonio, cambiándolo por el sonoro, rebelde y viril nombre de “CUAUHTÉMOC”.
Reiteramos a Uds., las seguridades de nuestra más distinguida consideración.
SUFRAGIO EFECTIVO NO REELECCIÓN
Acompañan al documento más de doscientas firmas. Entre las que se destacan algunos expresidentes seccionales y el de turno, Ysidoro Antillón. También firman el documento exrevolucionarios como Belisario Ruiz, quien nació en la Hacienda de Rubio y en 1910 se incorporó al levantamiento armado de don Francisco I. Madero, bajo las órdenes del mayor Francisco Villa. Más tarde, Belisario Ruiz sería seleccionado por el Centauro del Norte para que formara parte de su famosa escolta de dorados, dentro de la cual llegó a comandar un escuadrón, mereciéndose la estimación de su jefe y amigo.
Ese mismo año, 1926, el censo poblacional había dado como resultado un total de 4, 600 personas registradas dentro del padrón de la sección municipal de San Antonio de Arenales, aunados a esta cifra los más de 6, 000 menonitas, quienes productivamente estaban convirtiendo la región en el llamado “granero del estado”, por lo tanto, la legislatura del gobierno estatal, bajo la égida de Fernando Orozco E, y conformada por los diputados José P. Tapia, propietario, y G. Monge y Genaro Martínez, suplentes, deciden elevar a categoría de municipio libre a San Antonio de Arenales.
El decreto firmado el 12 de julio de 1927, y puesto en práctica el 16 de julio de ese mismo año, tiene tres artículos principales: El primero, es la separación de la región de La Laguna, contemplando ranchos, pueblos, haciendas y colonias, con cabecera en San Antonio de Arenales, de su cabecera municipal que era Cusihuiriachi; en el segundo, se define a este conjunto lagunero y su cabecera respectiva con el nombre de Cuauhtémoc; y tercero, se citan todas las comunidades que formarán el nuevo ayuntamiento.
Pedro Baray se convertirá en el primer presidente municipal en la historia de Cuauhtémoc, lo acompañan como regidores: Romualdo A Sánchez, Juan N. Chávez y Gregorio Chacón. Así, el 16 de julio de 1927, muere el pueblo de San Antonio de Arenales y nace la joven ciudad Cuauhtémoc. Una ciudad que cumple 82 años y cuyos rasgos singulares la sitúan como una ciudad moderna, distinta, librepensadora. Uno de esos rasgos, es el hecho de que la iglesia no se encuentre en el perímetro donde se sitúa la plaza y el palacio de gobierno, como así ocurre en las ciudades antiguas, fundadas por los españoles.