CRETA.
Por José Luis Domínguez.
El arte de Creta constituye un serio reto para la sociología, pero no para la filosofía, misma que divide la historia de Grecia en dos períodos, el prehelénico, cuya cúspide está marcada por la época de oro de Creta, entre el año 2000 al 1400 antes de Cristo. Hábiles comerciantes con diversos pueblos de Asia Menor y Egipto[1]. Pudiera ser, y esta es una aportación mía, un tanto disparatada si se quiere, pero también un tanto lógica, que como vendedores, su dinámica en el regatear les haya ganado el mote de tercos, de obstinados, de persistentes, pues precisamente, la palabra cretino, no está exenta de dicho significado. Cretino y cretense pudieran estar entonces emparentados por la vía etimológica. Esta cultura parecía tener una alta conciencia de su propio quehacer artístico. Se nota porque se niega a adoptar la influencia de otras civilizaciones mucho muy próximas y muy poderosas como la egipcia y la mesopotámica. Creta nos muestra, desde el año 3,000 antes de la era cristiana, hasta llegar a la era del clasicismo griego, una actitud altamente hedonista. Su vida y su arte están llenas de colorido, son alegres, imparables, aunque también dominen en ese pueblo el despotismo, el feudalismo, la autocracia.
No hay arte monumental en Creta y eso los hace distintos. Sus principales centros son Cnosos, Faustos, Gurnia, Praisos. Los artistas griegos son aristócratas, cortesanos, gente culta, bajo una monarquía feudal, donde la lealtad de los súbditos es algo esencial, donde parece flotar ya un cierto espíritu de democracia.
Todo es motivo de fiesta en Creta: fastuosos desfiles, espectáculos del pancracio, torneos acrobáticos y malabares taurinos y sobre todo, mucha coquetería. Se destacan los senos de las mujeres al aire libre, que impregnan el ambiente cretense de una profunda expresión de sensualidad. Las vidas de sus habitantes, por todo lo anterior, son verdaderamente intensas. El arte tiende a ser individualista, libre en el estilo y naturalista. Menos solemnes en los temas y con un pronunciado acercamiento a lo profano. Quedan como muestras de su arte bellos objetos de metalurgia y orfebrería: los llamados “colgantes de las abejas”, kamares (en forma de espirales o de estrellas”) que son los vasos igualmente llamados cáscara de huevo, por lo frágiles y finos que resultan.
Destaca el famoso “laberinto del rey Minos” en Cnosos, decorado con la imagen de la labris, o hacha de doble filo, símbolo de la verdad en las declaraciones de los testigos de un hecho ante los magistrados. Esta misma figura habrá de resurgir entre las culturas de la antigua hélade como el hacha de dos hojas cuyo nombre es el de Ténedos. Cabe remarcar que la labris entre los cretenses, como raíz etimológica, deriva en la palabra laberinto, que esa es la forma que tiene el palacio, con más de cien habitaciones, y construido por Dédalo, padre mitológico de Ícaro, al que se le derritieron las alas y se desplomó al abismo por no hacerle caso al padre; Dédalo, precursor del Pinocchio italiano, que daba vida a la madera y, como Cristo, hacía que hasta las piedras se levantaran y anduvieran, y cuyo nombre también alude a una construcción destinada a hacer perder la orientación a quien penetra en ella sin conocerla. Con Dédalo habrá de terminarse la era de lo mágico entre los griegos.
[1] Historia de las ideas, U.P.N Educación a Distancia, S.E.P. 1ª Reimpresión de la 2ª Edición, pp. 18-20.
Por José Luis Domínguez.
El arte de Creta constituye un serio reto para la sociología, pero no para la filosofía, misma que divide la historia de Grecia en dos períodos, el prehelénico, cuya cúspide está marcada por la época de oro de Creta, entre el año 2000 al 1400 antes de Cristo. Hábiles comerciantes con diversos pueblos de Asia Menor y Egipto[1]. Pudiera ser, y esta es una aportación mía, un tanto disparatada si se quiere, pero también un tanto lógica, que como vendedores, su dinámica en el regatear les haya ganado el mote de tercos, de obstinados, de persistentes, pues precisamente, la palabra cretino, no está exenta de dicho significado. Cretino y cretense pudieran estar entonces emparentados por la vía etimológica. Esta cultura parecía tener una alta conciencia de su propio quehacer artístico. Se nota porque se niega a adoptar la influencia de otras civilizaciones mucho muy próximas y muy poderosas como la egipcia y la mesopotámica. Creta nos muestra, desde el año 3,000 antes de la era cristiana, hasta llegar a la era del clasicismo griego, una actitud altamente hedonista. Su vida y su arte están llenas de colorido, son alegres, imparables, aunque también dominen en ese pueblo el despotismo, el feudalismo, la autocracia.
No hay arte monumental en Creta y eso los hace distintos. Sus principales centros son Cnosos, Faustos, Gurnia, Praisos. Los artistas griegos son aristócratas, cortesanos, gente culta, bajo una monarquía feudal, donde la lealtad de los súbditos es algo esencial, donde parece flotar ya un cierto espíritu de democracia.
Todo es motivo de fiesta en Creta: fastuosos desfiles, espectáculos del pancracio, torneos acrobáticos y malabares taurinos y sobre todo, mucha coquetería. Se destacan los senos de las mujeres al aire libre, que impregnan el ambiente cretense de una profunda expresión de sensualidad. Las vidas de sus habitantes, por todo lo anterior, son verdaderamente intensas. El arte tiende a ser individualista, libre en el estilo y naturalista. Menos solemnes en los temas y con un pronunciado acercamiento a lo profano. Quedan como muestras de su arte bellos objetos de metalurgia y orfebrería: los llamados “colgantes de las abejas”, kamares (en forma de espirales o de estrellas”) que son los vasos igualmente llamados cáscara de huevo, por lo frágiles y finos que resultan.
Destaca el famoso “laberinto del rey Minos” en Cnosos, decorado con la imagen de la labris, o hacha de doble filo, símbolo de la verdad en las declaraciones de los testigos de un hecho ante los magistrados. Esta misma figura habrá de resurgir entre las culturas de la antigua hélade como el hacha de dos hojas cuyo nombre es el de Ténedos. Cabe remarcar que la labris entre los cretenses, como raíz etimológica, deriva en la palabra laberinto, que esa es la forma que tiene el palacio, con más de cien habitaciones, y construido por Dédalo, padre mitológico de Ícaro, al que se le derritieron las alas y se desplomó al abismo por no hacerle caso al padre; Dédalo, precursor del Pinocchio italiano, que daba vida a la madera y, como Cristo, hacía que hasta las piedras se levantaran y anduvieran, y cuyo nombre también alude a una construcción destinada a hacer perder la orientación a quien penetra en ella sin conocerla. Con Dédalo habrá de terminarse la era de lo mágico entre los griegos.
[1] Historia de las ideas, U.P.N Educación a Distancia, S.E.P. 1ª Reimpresión de la 2ª Edición, pp. 18-20.
hola jose luis:
ResponderEliminarpienso que el arte cretense era en donde reflejaban la vida de lujos y riquezas de la burocrasia y el gusto por lo refinado asi como menciona el texto.
Aprovecho para decirle que es una persona con mucho conosimiento y facil de admirar saludos bye.