lunes, 7 de septiembre de 2009

EL ARTE COMO APARIENCIA, DE PLATÓN.

EL ARTE COMO APARIENCIA, DE PLATÓN.
Por José Luis Domínguez.

La doctrina del arte fue llamada por los antiguos con el nombre de su objeto mismo, poética, o sea, arte creadora de imágenes[1], en tanto que lo bello caía fuera de la poética y era considerado aparte. Así, para Platón, lo bello es la manifestación evidente de las Ideas y es, por lo tanto, la más obvia vía de acceso a tales valores, en tanto que el arte es imitación de las cosas sensibles o de los acontecimientos que se desarrollan en el mundo sensible, y constituye más bien una renuncia a ir más allá de la experiencia sensible hacia la realidad y los valores[2].
Platón, en el fragmento del diálogo “La República”, que aparece en La antología de textos de estética y teoría del arte[3], de Adolfo Sánchez Vázquez, nos da sus razones por las cuales los poetas deben ser expulsados de ese nuevo orden de cosas establecido en un lugar utópico, en caso de que La República llegue a constituirse no como un ideal platónico sino como una ciudad real. Argumenta Platón ante un interlocutor pasivo que la poesía no podría ser admitida por su poder hechizador y porque podría causar estragos en la mente de cuantos pudieran enterarse de su existencia, porque la poesía, en lugar de exaltar a la razón, y a la ley, principios éstos necesarísimos para la constitución de una ciudad con orden y con leyes que favorezcan la armonía y el equilibrio entre sus habitantes, darían a conocer los rasgos emocionales del placer y del dolor, trayendo como consecuencia una sociedad enferma, quebradiza, débil.
En su acostumbrado sistema dialéctico, el filósofo griego distingue las diferencias entre Dios, como el sumo creador, el sumo poeta por excelencia y el artífice manual, el cual utiliza a la naturaleza y lo que ésta le proporciona para crear cosas, como lo hacen así, por ejemplo, el carpintero, con la cama, el talabartero con las riendas, y el herrero con los frenos; entre Dios, el artífice y el pintor, este último que imita falsamente a la naturaleza con sus cuadros y, al igual que Homero, con su épica, que imitan el saber de los artesanos y de los artífices sin un conocimiento pleno de sus habilidades, estableciendo con ello la clase de los artistas de la bruma, no de la realidad. Fabricantes de la apariencia, imitadores de imágenes que no entienden nada de ser.
Esto me recuerda tres cosas: que Fernando Pessoa alguna vez escribió una frase que resume esta idea platónica: que “El poeta es un fingidor”; que la poesía y la pintura siempre se han hermanado a través de la historia, de ahí que la comparación platónica inicie, antes de hablar del poeta Homero, con el análisis del cuadro de un pintor; y que René Magritte, un pintor contemporáneo, define también este concepto platónico de la apariencia, cuando elabora una cuadro titulado C´est ne pas une pipe, “Esto no es una pipa”, aludiendo, por supuesto a la mera representación del objeto, de la cosa, de la “res” en sí.
Según el concepto aparecido en el Diccionario de Filosofía, de Nicola Abbagnano[4], Platón no establece una distinción entre Arte y Ciencia. Es el Arte del razonamiento como la filosofía misma en su grado más alto: la dialéctica; el Arte de la poesía, aún cuando a ésta le sea indispensable una inspiración delirante; la política y la guerra, también; la medicina; el respeto y la justicia.
Platón clasifica el Arte en dos clases: el judicativo: mismo que consiste en conocer; y el imperativo, el cual consiste en dirigir, a base del conocimiento, una determinada actividad ordenada que se distingue de la naturaleza, mejor conocida como techné.
Como conclusión, la primera definición de arte es la que se saca en conclusión del concepto que aparece en el mismo diccionario de Nicola Abbagnano antes mencionado, en el que se afirma que Arte es toda actividad humana, ordenada, a través de un conjunto de reglas idóneas, que se distingue de la naturaleza, y que persigue la belleza, el placer y las representaciones como modos del conocimiento. El arte es la exaltación de lo cotidiano.
[1] El subrayado es mío.
[2] Diccionario de Filosofía de Nicola Abbagnano, Fondo de Cultura Económica, 6ª Reimpresión, 1987, México D.F., p. 452.
[3] Adolfo Sánchez Vázquez, editorial de la UNAM, 2ª Reimpresión, México, D. F., 1982, p.p.44-59.
[4] Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1987, 6ª Reimpresión, p.p. 100-102.

1 comentario:

  1. hola...
    pues esta interesante su blog aunque esta lectura que vimos en la clase de arte me parese un poco complicada...

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